*Todos a votar por juzgadores en histórica elección
El domingo 1 de junio de este 2025, millones de mexicanos tendrán la oportunidad de asistir a las urnas y ejercer el derecho a sufragar y así elegir a los próximos juzgadores del Poder Judicial Federal, y también del Poder Judicial en algunos estados de la República Mexicana, y al mismo tiempo seguir consolidando los avances democráticos de nuestro país, cuya transición con sus respectivos bemoles, ha sorprendido al mundo y muestra de ello es la reiterada mención de México en el escenario internacional.
Y claro está que la elección de juzgadores por medio del voto ciudadano, inédito en gran parte del planeta, una vez más, será el centro de atención de propios y extraños que tienen el interés de observar el desarrollo de esta jornada electoral como parte de una nueva vida política y democrática del país, impulsada por los gobiernos de MORENA, que tantos cambios ha cimentado poco a poco en los últimos años a pesar de las constantes desaprobaciones sin fundamentos de opositores testaferros que se han perdido por él odio, y que no aceptan ni siquiera la raíce etimológica de la palabra democracia (griego antiguo demokratia, “demos” pueblo, “kratos” poder o gobierno, que significa el gobierno del pueblo) y mucho menos a los que aspiran a ello, al grado de padecer esquizofrenia política.
Y esta aseveración no es mentira, pues algunos sectores de la sociedad, cegados por la acción manipuladora de “intelectuales”, periodistas, comentaristas y medios de comunicación generadores de falacias y fervientes opositores al régimen, harán caso a su llamado de no asistir a las urnas el próximo domingo 1 de junio, y no votar, descalificando y desconociendo lo que es, y lo que significa la democracia representativa.
Y se entiende su conducción, cuando siguen creyendo que la democracia radica únicamente en la forma en que vivieron en el periodo neoliberal, donde sus gobernantes espurios eran impuestos por la oligarquía, por empresarios, políticos y la prensa vendida, que les permitió y permite gozar a familias enteras de riquezas y privilegios, obtenido en su mayoría por actos de corrupción de todo tipo, sin importarles, cínicamente, que dejaron un pueblo pobre y un país endeudado, cuando han tenido hasta la fecha, el cobijo y la protección de identificadas e identificados juezas, jueces, magistradas, magistrados, ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quienes nunca tuvieran freno a sus tropelías al ser parte e impulsores de esa corrupción al realizar negocios millonarios con la protección y venta de “justicia” a modo del cliente solicitante, y junto a ello, el otorgamiento de impunidad para sus socios y para ellos mismos, los investidos de poder, de toga y birrete.
Y por supuesto que el otorgamiento de impunidad para aquel que violentara las leyes, se convirtió en parte de las funciones de los juzgadores, pues al ser miembros de un poder autónomo del Estado, “chinos libres”, “ni quien les diga algo”, y menos los miembros del Consejo de la Judicatura Federal o de los Consejos de las Judicaturas locales, que desde su creación a fines en 1994 por el individuo con síndrome amnésico el expresidente Ernesto Zedillo (afirma que salvo al país con el FOBAPROA), nunca han actuado conforme a las obligaciones que le señala la Constitución, como ser parte de los órganos de vigilancia y disciplina.
Y es cierto, pues al momento de tener conocimiento de las malas praxis de un juzgador o saber de problemáticas que van hasta el acoso sexual de estos empleados en contra de sus subordinadas, sus sanciones son irrisorias, que terminan con una simple llamada telefónica o una amenaza de castigo laboral, que puede solventarse con un arreglo, que va desde una suntuosa comida o un regalo económico en corto. Pero eso está por terminarse, y todos lo sabemos.
De ahí también, él porqué llaman los opositores a no Votar, a no participar en el ejercicio y renovación de los jurisconsultos del Poder Judicial Federal y local; ¡No Votar, es un fraude la elección!, es un grito desesperado y desgarrador que acompaña su terquedad de seguir maldiciendo el triunfo y por ende a los ciudadanos que votaron democráticamente por la continuidad de los gobiernos de Morena, de la 4ª Transformación, en la elecciones del 2024, porque con esa victoria en las urnas, se obtuvo la mayoría en el Congreso y éste se encargó de cumplir el mandato ciudadano, reformar la Constitución para que los ciudadanos, todo el pueblo, puedan elegir democráticamente a los juzgadores. No hay nada que deslegitime la Reforma Judicial, demandada por el pueblo votante.
Es por ello, que la participación de la ciudadanía en la próxima elección de juzgadores, mostrará otro avance en el afianzamiento de los cimentos de una democracia real, transformadora, que va consolidando aún más nuestro sistema político.
Desde luego, todo en base a la convicción ciudadanía acerca de sus compromisos con el voto, que es la posibilidad de demostrar desde el pueblo que se puede también mandar a través de él, aunque no se descarta que los vicios pueden surgir en cualquier rincón de nuestra República Mexicana.
Es así que el próximo domingo 1 de junio del 2025, en una acción de democracia participativa, cada uno de los mexicanos ejercerá el derecho al sufragio y emitirá su voto en favor de los jurisconsultos de su preferencia, después de conocer su formación académica, su trayectoria laboral, su visión, pensamiento y compromiso, y deberá tener presente la responsabilidad de lo que implica esta acción buscada desde hace décadas.
Ahora sólo queda esperar que los ganadores a los puestos de elección del Poder Judicial cumplan con su responsabilidad al momento de impartir justicia, sin que tengan que estar siendo observados minuciosamente por lo que será el Tribunal de Disciplina Judicial, que para eso estará. Y más, no deberán de olvidarse de la máxima, “el pueblo pone y el pueblo quita”. Mientras tanto, así van las cosas, que sí van bien.